Hace algo más de un mes un colega me llamó desde Balaidos para contarme la evolución de las obras. Me decía que le daba la impresión que la puerta de acceso de vehículos al estadio que estaban haciendo era pequeña y que parecía que por ahí no iba a caber un trailer para cuando hubiera conciertos. Yo me reí y le dije si se pensaba que los que estaban haciendo la reforma eran subnormales y que no habían previsto algo tan obvio como eso. Él, ante la evidencia, calló. Hoy me levanto con esta noticia. Está claro que uno no puede infravalorar la inutilidad de los que mandan.
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