Creo que a estas alturas, muchos convendremos en que, gusten más unos u otros, ya no es un problema de entrenadores, de directores deportivos o incluso de jugadores.
Hace unos seis años en el momento en el que el equipo se hunde y, salvo algunos meses de buenas rachas (con Coudet y con Carvalhal), no se levanta cabeza. Años jugando con el descenso. Y en el interior muchos sentimos que es cuestión de tiempo, porque cuando juegas con fuego te acabas quemando.
En esos seis años han pasado seis entrenadores. Dos directores deportivos. Han salido unos 40 jugadores y han entrado otros tantos, si no más.
Se han cometido errores. Bajadas de nivel, traer a jugadores con nivel justo, sobrepagados todos. Pero eso no deja de ser algo cincunstancial. El problema aquí es estructural, pues ya son muchos años arrastrándolo.
Y en mi opinión el problema estructural de este equipo es la absoluta falta de exigencia. En Vigo se vive de puta madre. Buen clima (excepto dos meses al año), buena comida, buenos alrededores, ciudad muy tranquila, y cero presión. ¿Que hacemos partidos de mierda? La afición nos hace recibimientos. Subo una serie de fotos al instagram un tanto populistas y ya tengo a la gente en el bolsillo. Nivel justito justito para Primera pero la gente ya está pidiendo que no me vaya nunca. Es tremendamente fácil.
¿Que el jugador está apático sobre el campo? Pobre, la culpa no es suya sino de quien lo trajo. ¿Que el entrenador sigue insistiendo con algo que no funciona? Que va a hacer con lo que tiene... Aquí todo se excusa.
Y lo peor no es la falta de exigencia por parte de la afición, sino por parte del Club. El dueño no se cansa en decir que lo único importante es quedarse en Primera otro año más. El cuándo y el cómo se consigue es lo de menos. Ser competitivos y quedar 9º o quedar 17º, en la última jornada, dando pena y beneficiado por terceros. Qué más da. Otro año más salvados, objetivo cumplido. Unas fotitos chulas para el insta y el tuiter y vacaciones más que merecidas.
En los últimos años ha habido muchos problemas. Jugadores, entrenadores, decisiones deportivas... sí. Pero el principal problema es la falta de exigencia que siente un jugador, por parte de todos, club y afición, cuando se viste la celeste.
Un club en el que no se fomenta la competitividad está perdido. La autocomplacencia es nuestro peor enemigo.
Quien siga la actualidad y el día a día del Celta, quien vea las imágenes y videos que cuelgan; las ruedas de prensa de jugadores, entrenadores, presidente; la actitud en el campo, esa mandíbula de cristal, ese venirse abajo cuando las cosas no salen como quieren... podrá fácilmente llevarse la impresión de que el ambiente que rodea a este equipo es más propio de un campamento juvenil que el de un Club que está (o debería estar) compitiendo en la élite.
Carvalhal, pues podremos opinar si las decisiones que toma son peores o mejores, como hacíamos con sus antecesores, pero no deja de ser otra pieza más en este ecosistema tan apático, tan naif en el que lleva instalado ya muchos años.