La cita es del propio Coudet, y reconozco que es uno de mis libros favoritos: Crónica de una muerte anunciada.
Antes o después, dependiendo de resultados e imponderables, esto iba a suceder, con un claro límite temporal en la frontera que marca el final de la presente temporada.
El proceso, el relato, lo analiza perfectamente gente que sabe, que sabe realizar un análisis coherente, con sentido común, y sacar conclusiones. Que explican con claridad lo que igual a otros les costaría más. Y mi pensamiento coincide en gran medida con una deriva tantas veces descrita por gente como Caronte o Varinho entre otros.
Y yo también creo que el final ya se tenía que haber producido. Que el acuerdo había que haberlo buscado en el estío. Verse cada uno frente al espejo y darse cuenta de que ese traje no le sentaba. Tal vez una gratitud mal entendida, o como se dijo ya por aquí una frustrada esperanza en la ductilidad del otro. La cosa es que no se hizo, y fue un error.
Un error porque con todo, el Chacho Coudet no ha sido un mal entrenador en la ya extensa historia del Celta, y con sus muchos vicios igual una despedida, un apretón de manos más tierno nos hubiese dejado a todos mejor sabor de boca. Nos han sobrado tres meses agrios, ácidos, corrosivos, que dejan una imagen final de Coudet que podía haber sido otra. ¿Lo hubiera merecido? Igual sí.
Siempre me da pena el cese de un entrenador. Por lo deportivo, por lo humano, por la grieta en el proyecto, por el Celta. Pero hay luz después de la lágrima. Para todos.
Gracias Chacho Coudet.