Me resulta difícil alegrarme de la destitución de un entrenador del Celta. Más allá de la asunción del fracaso de un proyecto que todo aficionado del club desea exitoso, me pasa un poco como cuando se muere alguien, que en ese momento postrero se me da por pensar sólo en lo bueno y parece como que todo aquello que te había incomodado desaparece por arte de magia. Con Benítez no es distinto, aunque reconozco que pesa más en mí lo primero que lo segundo. Porque efectivamente es una lástima que un proyecto que partía con todas las bendiciones y aglutinaba muchas de las premisas que el común del aficionado demandaba, entrenador con nombre y proyecto a largo plazo entre ellas, termine de forma tan precipitada.
Porque este proyecto ilusionaba. Por fin en el banquillo el club se había decidido por el "se aposta". Y aunque no en su cenit, no era un nombre menor el que incorporábamos. Mucho caché, mucha experiencia, muchos títulos, y aunque era lógico también el cambio de propuesta, la renuncia al juego que por más que algunos no quieran reconocer tanto ha calado entre la afición desde hace años, se daba por bien empleado si al final se conseguía lo que todos intuíamos con la llegada de Benítez: un equipo sólido, que creciese desde ahí y que con los pequeños retoques de calidad que podía aportar el club en cada mercado gracias a su boyante situación económica y la incorporación de algún canterano ilusionante nos hiciese dar el salto de nivel para el que creemos estar preparados. ¿Europa? ¿Un título? ¿Por qué no a medio plazo? En el fondo, y aunque de cara no se pudiese explicitar, imaginamos que para algo así vino. Después se conseguiría o no, pero ese era el mensaje que subyacía.
¿Y bien? Más bien, y mal. Mal porque ha sido un estrepitoso fracaso. Cuando el cese se produce en estas circunstancias y no en otras menos lesivas y más tendentes al pacto de no agresión, como hubiese sido separar los caminos de ambos al final de temporada, es que algo grave estaba sucediendo ahí adentro. Lo suficientemente grave para que no importe pagar un finiquito astronómico. Y si se ha tomado ese camino, es que la otra disyuntiva tendría muchas posibilidades de que nos condujese directamente a segunda división. Una lástima, pero hay que reconocer que ni el juego ni los resultados han merecido la pena. Tampoco la relación con una afición que ha tenido una paciencia infinita y a la que se ha intentado pastorear a la mínima señal de alarma. Y por último, no parece que la gestión del grupo, por más que haya que reconocerle la multitud de cambios de cromos y sistemas, haya sido tampoco exitosa, sino no estaríamos asistiendo a este tipo de final. Pues sí, una lástima Rafa, pero parece que el cariz de todo esto era ya insostenible.
Y seguramente así lo vio la principal responsable del club, y tal vez su percepción no sea equivocada. Lo que no es equivocado es el grado de honestidad y coherencia que demuestra para tomar una decisión tan complicada en lo deportivo y en lo económico, actuando en consecuencia. Hasta ahora se podrán decir algunas cosas de esta presidenta, pero desde luego no será una de ellas que no tenga valor ni ganas de cambiar. Y me gusta lo que veo.
Y me gusta porque sube la apuesta, se lanza un órdago y encumbra al paladín, al gran favorito de la afición, a un entrenador valiente, preparado, de club y celtista. Algunos dirán que es porque no le queda más remedio dada la coyuntura económica. Yo no lo creo. Estoy seguro que hay entrenadores de sobra, con más o menos caché, a los que le podamos pagar por estos diez partidos con la promesa de seguir otra temporada en caso de salvación. Ya se ha hecho muchas veces, así que estoy convencido de que si apuesta por Claudio es por convencimiento y por valentía. De ella y de su director de fútbol, que algo también habrá tenido que ver en ambas decisiones.
¿Y ahora qué? Pues ahora podríamos decir que es complicado hacerlo peor en cuanto a juego y resultados, pero ya nos conocemos y sabemos que al final la platea tendrá la paciencia justa, porque aunque son tangibles y públicas las virtudes de Giráldez, va a tener que lidiar también con la premura clasificatoria y con la sospecha habitual de su origen, del ser de aquí. Algo que para muchos, cada vez más, supone un cheque en blanco, pero no para todos, y éstos últimos estarán con la mano en la guadaña desde el primer instante. Por tanto convendría recordar que el momento es delicado, no el mejor para coger a ningún grupo, y que por mucha justificada adhesión que suscite nuestro nuevo entrenador, otros llegaron también cumpliendo todas las premisas exigidas para el momento y alguna más, y la cosa acabó como acabó. Creo que se me entiende. Por lo que a nosotros respecta, digo lo de siempre: sólo nos queda apoyar. Exigir, claro, cuando las cosas van mal, hacer ver nuestro desacuerdo, con directiva, entrenador o jugadores. Pero ahora mismo mejor dejarlo para el pitido final del último partido. Mientras, a lo nuestro, que por más que digan, en eso nosotros también tenemos nuestro caché.
Bueno, pues ya está. Una pena Rafa. Una pena que en el Celta no hayas tenido tu Montjuic. Suerte en todo caso. Nos vamos al futuro contigo...
Claudio.