Terreno resbaladizo, pero vamos a intentar meternos. Hay quien dirá, joer, pues no es pa tanto, menuda movida se ha montado por un beso. E igual no le falta razón si no miramos más allá, pero hay una cosa fundamental en todo este cirio. La relación de superioridad entre el que besa y la que es besada. El consentimiento aquí no pinta nada. En la edad media, los señores tenían derecho de pernada sobre las hijas de sus vasallos. Había consentimiento? Pues si, pues así estaba acordado entre las partes. Pero en una relación desigual el consentimiento, qué valor tiene? Disculpad la exageración del ejemplo, pero es para ilustrar lo que intento decir. Ahí está el quid, y también en la ejemplaridad de los que ostentan cargos representativos. La defensa de Rubiales no puede basarse en el consentimiento porque, aunque existiese, no se hubiese dado en una relación de igualdad. Si después de todo lo acontecido en Sidney Rubiales hubiese salido diciendo que no había mala intención en su acto, que había sido fruto de la exultante alegría y de la relación cercana entre ambos, pero que entendía que, dada su relación de jerarquía con la jugadora y la ejemplaridad que se le presupone a un cargo representativo como el suyo en una sociedad avanzada, se había equivocado y pidiese humildemente perdón, ahí se hubiese quedado. Es más, el gesto le hubiese humanizado por mostrar debilidad y por manifestar públicamente ser consciente de su posición en todo esto. Lo peor de todo es la huida hacia delante en una elipse infinita. No puedes con tu ejemplo dar la sensación a la sociedad de que un jefe puede hacer eso impunemente, aunque sea más o menos grave el fondo del asunto en cuestión. Eso lo ve medio mundo, no puedes dejar esa sensación porque das pie a normalizar esas actitudes en la sociedad, y ahí está el peligro. A Jenni no le va a pasar nada grave, lo va a superar (me refiero al beso en sí mismo, no a todo lo que vino después, que lidiar con eso, tela también). El alcance de todo esto hay que aprovecharlo para dejar claro a todo el mundo que esto no es consentimiento, sino abuso de posición. Que un jefe (o una jefa) no puede pedirle un pico a una empleada, porque su respuesta, sea cual sea, estará absolutamente condicionada. Y todo esto en la final de una copa del mundo que ven cientos de millones de personas. Si no pasa nada, qué ejemplo estamos dando? Muchas personas, entre víctimas y verdugos, verán que esto es normal, que si lo hacen en un podium de un mundial televisado, tampoco será para tanto. Ahí está el peligro, ahí, en la multiplicacion exponencial del ejemplo de quienes nos representan por su cargo. No ser consciente de ello es una irresponsabilidad que intrínsicamente inhabilita para ejercer cualquier cargo institucional y representativo.