Decía por ahí un compañero que Dios debe de ser del Madrid.
Pues no lo sé la verdad, pero vista la trayectoria histórica de este equipo, sus remontadas en múltiples partidos y cómo los avatares más i explicables le favorecen en multitud de ocasiones... Desde luego si el todopoderoso no es del Madrid, parece que al menos es simpatizante.
Y sería esto muy decepcionante la verdad, sobre todo para aquellos cristianos que creen que su dios es paladín de la justicia y defensor de los más desfavorecidos. Aunque visto el recorrido de los mandamases de su iglesia a lo largo de los siglos, igual extraña menos.
Porque ese balón de Pablo Durán que se queda a un palmo de la línea e debido a un efecto de retroceso que ni la mejor dejada de Alcaraz es digno de estudio.
Y el partido fue un poco lo de siempre, con un meritorio Celta con un gran presente y al que se le atisba un esplendoroso futuro doblegado por los zarpazos de un Madrid que tiene la mala costumbre de sacar todo su repertorio y efectividad cuando se enfrenta a nosotros.
Es lo que hay. Pero lo que tengo cada vez más claro es que algún día dios, el del fútbol en este caso, ha de pagarnos todo lo que desde hace más de un siglo nos llevamos mereciendo.
Y para endulzar la espera que vaya preparando una clasificación europea. Porque este equipo, esta afición y esta temporada tan especial lo merecen.
El Señor es mi pastor, nada me falta.