El Celta ayer jugó contra el Atlético de Madrid. No me voy a detener a describir lo que significa eso, que parece tan simple resumido en una frase, porque ya todos lo entendéis. En estos partidos no nos queda más que asumir que el contrario juega con un plus de calidad que nosotros no tenemos, negarlo sería un autoengaño. Y cumplimos, dimos la cara, competimos manejando ese condicionante y planteamos un partido en el que teníamos serias opciones de salir victoriosos porque los hechos demostraron que, aunque salió de otra manera, sin demasiado esfuerzo imaginativo es fácil concluir que pudo haber pasado otra cosa distinta. No creo, además, que Simeone, cuando estudió el partido y decidió plantearlo así, tuviese la certeza de marcar un gol en el último minuto y que nosotros íbamos a fallar las que fallamos. Si hizo eso conscientemente, tiene una chorra que le llega al suelo. Pero si ayer fue así no fue porque la tenga tan grande, sino porque le cortaron las piernas.