Y su pareja de baile no era moco de pavo. Muriqi estaba desesperado, intentaba, cuando podía, huir posicionalmente de él.
Me gustó de Muriqi, por cierto, su constancia: en la primera parte perdió casi todos los duelos con Starfelt, pero él seguía machaconamente sin un mal gesto, a lo suyo y palante. Me gustan ese tipo de jugadores competitivos, aunque la cosa no vaya bien no se pierden en gestos de desesperación y continúan haciendo el trabajo que les toca.