En el fútbol moderno, con 5 cambios y tiempos añadidos de entre 5 y 10 minutos, salen a relucir mucho más las diferencias entre plantillas.
Los equipos que tienen más recursos en sus banquillos hacen muchísimos más puntos extra en los finales de partido que antiguamente.
Poder meter gente que mantiene el nivel con piernas frescas vs a un rival que debe decidir si mantener a un tío que no puede con su alma o meter a otro fresco pero que no sabe que el balón es redondo, es una diferencia brutal.
En las épocas de 3 o menos cambios y prolongaciones de 3 minutos máximo, a los equipos más justitos les era mucho más fácil aguantar.
Cuando vemos a equipos que hacen muchos puntos en los finales de partido, como los de Claudio, no es suerte ni casualidad, es la consecuencia lógica de una superioridad futbolística en el uso de su fondo de armario. Cuando vemos a un equipo que pierde muchos puntos en los finales de partido, como con Benítez, tampoco es mala suerte ni casualidad, es fruto de pocos recursos en el manejo de esos finales de partido.
A Claudio no le tiembla el pulso hacer 3, 4 o 5 cambios tan pronto como detecta un problema. Benítez exprimía a gente sin energía persiguuendo a rivales recién entrados y a menudo perdíamos en el 95 sin haber usado 2 o 3 de los cambios disponibles.
La diferencia entre un entrenador adaptado a los tiempos que corren y otro que sigue viviendo en la pre-pandemia.