Con tus cosas buenas y tus cosas malas, gracias por devolver la ilusión. Gracias por volver a darme esa sensación de estar toda la semana pendiente de que llegue el partido. Gracias por un fútbol atrevido, vibrante, por hacerme saltar del sofá (o de la butaca del estadio), por poder ver el partido con una sonrisa, por ser arriesgado, por ser valiente, por la apuesta por los chicos.
La valentía y el riesgo tienen su contrapartida y ayer la vimos. Pero dispuesto a pagar esa contrapartida a cambio de vivir el espectáculo que a veces nos olvidamos que debería ser el fútbol de primera división, y no un suplicio de hora y media en la que pasen pocas cosas.
Cuando compites puedes ganar o perder, lo sabemos todos. A veces son detalles. Detalles injustos, incluso. Pero ver a mi equipo ir a por el partido de esa manera no tiene precio. Que orgullo siento a pesar de haber perdido. Qué bueno que llegaste, Claudio.