A mí el partido me encantó. Creo que es el mejor en años (tampoco es tan difícil viniendo de donde venimos). Ha habido otros mucho más, digamos, exuberantes o épicos, pero si me gustó el de ayer es porque desde el principio teníamos un plan y lo ejecutamos con paciencia, moviendo el balón con un propósito, con sentido, siempre buscando algo (un desmarque, una superioridad, un despiste del contrario) y no sólo por que el jugador de turno no sepa qué hacer con él y lo suelte al más próximo. Hasta que el físico dio de sí, fue perfecto. Los cambios bajaron el nivel.
Buena parte de la culpa de eso es de Sotelo, que creo que hizo su mejor partido de lo que le llevo visto; y también de tener a un tipo como Marcos Alonso que es una subida de nivel importante en el inicio de la jugada (además de que tiene claro de que si despeja una pelota es para que no vuelva en menos de veinte segundos). Cuando coincida en el campo con Mingueza las posibilidades de iniciar jugada y de ponerle difícil al contrario defendernos van a crecer mucho. Y eso, contando que por la derecha ni Carreira ni Manquillo, además de JaviRo, son conos. El descubrimiento de Beltrán como central derecho de cierre no lo vimos venir ninguno.
El equipo crece, más allá de los resultados; no ha llegado a su pico. Tenemos mucha más variedad de soluciones. Nos falta resistencia (al menos, en este momento de la temporada) porque ayer estábamos muy muertos en el minuto setenta. Y, claro, no tenemos el banquillo del Atlético, pero sí más que el año pasado, gracias a la generación de producción propia que, sin Claudio, probablemente estaría en la diáspora.
Lo que menos me gustó de ayer es que tras el gol las caras eran de abatimiento. Nadie pegó un grito, todos los brazos estaban abajo, no nos juntamos, esperemos mansamente a que terminasen de celebrar y sacamos de centro como sin ganas. En los cuatro minutos que el árbitro dio no fuimos capaces ni de amenazar con crear peligro. Faltó un poquito de mentalidad ganadora y quizás de liderazgo ahí. Con toda seguridad, contra un Atlético especialista en ganar con lo mínimo el resultado no hubiera cambiado, pero ni lo intentamos.