Igual no tangana, pero afearle el gesto y decirle cuatro cositas sí que procedía. Se ve que cuando el árbitro pita el final de la primera parte alguno se acerca (Carlos y alguno más) como para hacerle ver que había sido una entrada horrible, pero sí, coincido, somos muy lilas en ese otro aspecto del juego. Nos la hacen en la época de Maraver y el onubense le hubiese calcado un cabezazo ipso-facto. No hay que ser violentos pero tampoco pardillos. Hay una amplia gama de grises entre ambos extremos que hay que explorar si se quiere competir de verdad en el fútbol profesional.