Día eterno de curro hoy tras el derroche de tensión, cansancio, sufrimiento y euforia de ayer. Lo hemos vuelto a hacer. El celtismo, de nuevo, al rescate. Cómo empujó Vigo ayer. Cómo empujó Galicia. Y cómo empujó Balaidos. Nunca había vivido nada semejante. Esa parábola eterna de Gabri sobre la portería de Marcador la transforma en gol Balaídos. Ha sido mágico, señores. Inolvidable. Se podía, vaya si se podía.
A descansar y, ojalá, a aprender de los errores. Lo ideal sería que, los que están al mando, tuvieran un poquito menos de amor al dinero y un poco del sentimiento que se respiró ayer en Balaidos y alrededores. Pero de eso habrá tiempo de hablar.
Hala Celta.