Después del partido de ayer acabé abatido. Como si me dieran la estocada.
El árbitro fatal, nos tangó de mala manera, es cierto, pero es que no es ayer. Llevamos años, no semanas ni meses, años en la mierda.
Siento ser tan pesimista pero visto lo visto no da para más.
En Vigo se ha instalado una cultura perdedora. Ya no es una mala racha, es una dinámica muy soterrada. Nos sentimos a gusto en la derrota, como si fuese "lo nuestro". Y es una cuestión estructural. Ya da igual Carvalhal que Coudet que Óscar o Escribá, ya da igual Miñambres que Campos. Aquí en el últimos lustro se han cambiado entrenadores, se han cambiado jugadores, se ha cambiado hasta el director deportivo y todo sigue igual: Un Celta sin valentía, que no sabe competir, sin espíritu y sin alma. Nos hemos instalado en una autocomplacencia tremenda. Todo es palabrería y buenas intenciones pero luego en el campo se demuestra que con llegar 17º en la última jornada es más que suficiente. No hay ilusión.
Y esa falta de espíritu se ve en el campo. Cuando ayer expulsan a Marchesín y en dos minutos concedemos tres ocasiones. Me viene a la cabeza el partido contra el Almería. Nos encontramos con un gol (porque no hicimos nada para merecerlo) gracias al latigazo de Veiga, expulsan al propio Veiga y en ese momento ya todos sabemos qué va a pasar. Y efectivamente pasa. Salimos remontados y goleados. Es una sensación de bajada de brazos brutal.
Esa falta de espíritu también se ve en partidos como el de ayer o contra el Sevilla hace cinco días. Te adelantas en el marcador y ni te lo crees. Te vienes abajo tú solo. Y por supuesto el rival te iguala, en el mejor de los casos, o te remonta.
No hay sangre, no hay garra. Cuando jugamos contra un equipo correoso da la impresión de que es imposible meterle mano. Somos flojos. Un equipo de flojos. Físicamente pero sobre todo mentalmente. Somos perdedores. Llevamos años así.
Se han gastado auténticas millonadas en traer jugadores del montón, de esos que te encuentras a patadas por la Primera y la Segunda. Por supuesto jugadores sin alma, sin valentía, sin iniciativa. Por qué corregir eso.
Luego pasa algo muy curioso y es la involución que se vive en Vigo. Tal vez muy ligada a ese ambiente y cultura perdedora en la que llevamos metidos un lustro. Fichas a Beltrán, que es un jugador que movía él solito a un Rayo que peleaba por ascender, llega aquí y no se atreve a dar un pase hacia delante. Se limita a dársela al que tiene más cerca y a quitarse el marrón de encima. Llega Cervi, un jugador conocido por ser regateador, gambeteador, desequilibrante, internacional por Argentina, llega aquí y de repente le da miedo el balón. No intenta nada, lo suelta nada más recibe. Fichamos a Marchesín, para muchos un gran portero con el Porto, internacional también por Argentina, llega aquí y bueno... sobran las palabras. Fichas a Óscar, un tipo que fue dominante con el Leganés, que llevó al Sevilla a pagar casi 15 millones, llega aquí y nada de nada. Si me dices que es un chico del B que está empezando en esto me lo creo.
Luego aparecen las frases de autocomplacencia del tipo "hay equipo para más", "los resultados van a llegar", "con un par de retoques tenemos plantillón" y demás lindeces que solo sirven para regodearnos en nuestra desgracia. Autonvencernos que todo va bien en nuestro particular lodazal.
Siento mi pesimismo, siento venir aquí a descargar pero son años así ya. Ir a Balaidos ya me cuesta más trabajo que la ilusión que me produce, que cada vez es menor.
Somos un equipo triste, perdedor y cobarde. Llevamos años así. Con diferentes entrenadores, jugadores e incluso directores deportivos. No se ve la salida.