Este partido ha sido un palo grande. No sé cómo le sentará al equipo, pero a mi me deja fatal y sin ganas de nada. El momento del subidón, de venirse arriba detrás del palazo del penalti, me llevó a un estado de éxtasis que hacía tiempo que no sentía. El remate de Larsen en el primer palo me pareció gol y lo celebré cuando ya estoy habituado a esperar al saque de centro; pero no fue gol. Me imaginaba cómo iba a ser el penalti a favor que marcaba Tasos. Veía a Bamba haciendo un Swedberg como contra el Valencia. Me emocioné viendo a Miguel en la banda. Todo un subidón que se fue diluyendo en los 15 minutos de prórroga hasta el mazazo de ver que Bamba controlaba el balón darle continuidad para que Manu centrase y decir "se acabó" sin necesidad de ver al árbitro. Con mi hijo al lado, que también estaba convencido de que todo se estaba poniendo de cara... y menuda carita se le quedó.
La decepción que llevo encima es la de asumir un descenso y una temporada de mierda sufriendo tortazo tras tortazo. Solo podría recuperar la esperanza si Iago aparece en mi puerta para decirnos "ahora le toca a mi"; y eso no va a ser.
Voy a desconectar del Celta hasta el día 3, que podré ir a Balaídos y eso cambia la cosa. La sensación de estar en casa, es algo que no tiene que ver con el fútbol. No sé si me encontraré con el último clavo en el ataúd de Benítez o con el comienzo del famoso proyecto. Pero acogido por el celtismo, sea lo que sea, valdrá la pena. Bo Nadal y feliz Post-centenario.