Un cero a cero con Giráldez sabe a otra cosa.
Sabe a que no marcaste, pero estuviste muy cerca de hacerlo; y a que no te marcaron, pero seguramente porque llegaron menos de lo que tú lo hiciste asumiendo más riesgos. Sabe a que el resultado vino sin querer, sin buscarlo. Sabe incluso mal, a pesar de su simetría, de su belleza, porque te creías merecedor de romper el primer guarismo.
Igual el Rayo, un equipo con buenos jugadores, de nuestra liga, y sobre todo bien dirigido desde la banda, nos ha podido dar una medida más exacta de este Celta de Claudio. Porque ese Sevilla rácano y equilibrado del Pizjuán nos ofreció multitud de pasillos en ataque y tiempo para pensar, cosa que los vallecanos no hicieron. Y costó más, claro. Porque precisamente claridad fue lo que faltó en un centro del campo con un Sotelo que no tuvo su mejor día, al igual que no lo tuvieron un Bamba que cada vez ofrece menos, un Aspas que está lejos de ser determinante y un Larsen que sigue sin aprovechar todo lo que debiera ese enorme corpachón.
Porque en defensa la verdad es que no sufrimos demasiado. Sólo el crujido de la cadera de Carl cada vez que conducía el balón generaba esa inquietud que llena de fuego el estómago. El Rayo poco más para lo arriba que juega este Celta. Pero la tragedia podía asomar en cada pérdida, en cada contra, en cada balón parado. Pero no sucedió, y eso siempre es bueno. En cualquier lugar, pero más aún por estos pagos tan acostumbrados al drama postrero.
Ya lo del árbitro y tal... pues eso. En la dinámica de toda la temporada. Habrá estado algo más acertado en algunas decisiones y algo menos en otras, pero a mí siempre me dejan la sensación de que nos dan poquito, poquito. Lo que se traduce en que casi siempre nos quitan. Una pena pero, aunque suene a tópico, no hay que centrarse en eso sino en lo que depende de nosotros.
En fin, una lástima que la Giraldeta no se haya estrenado con victoria en Balaídos. Sería una manera ideal de seguir fomentando el clima de euforia que se ha vivido durante estas dos últimas semanas, con todo lo bueno que ello tiene. Pero esta afición es lo suficientemente sufrida e inteligente para saber que este fruto de un cero a cero es más sustancioso por lo que se intuye que puede traer que por lo que realmente supone en la clasificación.
Así que no es momento de cejar. Es momento de creer.