Parciales del partido por cuartos: 17-20, 10-21, 8-17, 7-20. Añadamos, como dato clarificador, que el primer punto del tercer cuarto lo hicimos a falta de 3:40 para el final. Explica muchas cosas, pero no lo explica todo.
Las jugadoras, individualmente consideradas y atendiendo a sus condiciones técnicas, son mejores que las del año pasado, casi puesto por puesto. Falla todo lo demás y falla el conjunto.
Como bien dice Ramirus, no puedes pretender ganar partidos en los que encajas más de cuarenta puntos en una mitad. Eso ha venido sucediendo desde la pretemporada y ha sucedido en los dos primeros partidos de la Liga. Alguna vez conseguirás levantar el resultado, bien ajustando la defensa, bien sosteniendo el mismo acierto que el contrario en ataque, pero no será lo normal. Todos nuestros problemas nacen desde la defensa y hoy, además, se han trasladado al ataque, porque el equipo no cree. Hoy seguro que hay buenas jugadoras que, habiendo hecho un partido lamentable, se van su casa pensando que así no vamos a ningún lado.
El baloncesto de hoy no es el de hace diez o veinte años. Ni siquiera el femenino. Hoy hay que correr, hay que presionar y hay que ser agresivas. Y hay que pensar y actuar muy rápido y con precisión. Los equipos salen a apretar desde el primer minuto presionando desde la salida de balón en campo contrario; nada debe ser fácil para el contrario; ya verán más tarde si el resultado les permite relajarse un poco. La preparación física se enfoca a eso y la defensa hombre a hombre (valga la expresión) o, cuando menos, mixta, es la regla general. Hoy el Joventut nos ha apretado en la salida del balón, han invadido espacios con manos, piernas y cuerpo, han forzado constantemente a nuestra base a pasar en malas condiciones a una banda donde siempre han ido otras dos jugadoras a apretar a la nuestra, hasta que ha perdido la pelota, ha dado un mal pase, si es que alguien ha ido a ayudar, o ha intentado un tiro forzado. Eso ha sido el primer cuarto, en el que, aun yendo abajo en el marcador, hemos conseguido agarrarnos al partido. ¿Qué oponíamos en defensa? Zonas, esperar al contrario, dejarle hacer jugada, defender (no, simplemente colocarnos) a un par de metros y con los brazos abajo, de manera que o bien han movido la bola con toda tranquilidad hasta que han conseguido la superioridad, o bien han entrado hacia canasta como cuchillo en mantequilla o, cuando no han conseguido su objetivo de primeras, lo han hecho al segundo o tercer rebote capturado por gente con hambre ante niñas descoordinadas. Si haces una zona, por lo menos tienes que cerrar bien el paso hacia canasta y el rebote. Pues tampoco. Creo que menos en el primer par de ataques, Joventut ha acabado jugada encestando en todos los demás, con tiros fáciles. No han tenido un día de acierto excepcional; han jugado contra un equipo antiguo en su concepción del juego que les ha dado todas las facilidades.
No me extiendo más sobre el resto del partido, porque ha sido lo mismo, en peor. Al déficit de esquema de juego hemos añadido errores individuales resultado de la frustación, del autoconvencimiento de que no había nada que hacer y de que no había nadie al mando. Hemos fallado tiros libres porque, total, para qué; hemos fallado, como ha venido siendo habitual, entradas a canasta por arrojar el balón contra tablero sin ningún control, en vez de tirar; nos hemos empeñado en estrellarnos contra jugadoras bajo aro que no tenían ni que moverse (tres o cuatro gorros recibidos que no se ven ni en cadetes); hemos perdido balones por manotear como principiantes en vez de ir a por ellos con decisión. Pocas veces se habrán visto estas jugadoras tan superadas y tampoco los de la afición estamos acostumbrados a ver este equipo con tan poco espíritu. Como decía más arriba, han tardado tres partidos oficiales (contando la Copa Galicia) en dejar de creer en lo que se les manda hacer. Y los tres han sido un calco, sin ningún tipo de rectificación ni idea alternativa. Cualquier rival que repase los vídeos sabe cómo hacernos daño. Las buenas sensaciones de los primeros partidos de pretemporada se han ido por el desagüe a toda velocidad.
Esto va de asegurar un mínimo de diez-doce victorias en la temporada. El año pasado las conseguimos ganando a los equipos que estaban con nosotras allí abajo, es decir, ganando los que podíamos y debíamos ganar (más las dos veces que se nos apareció la Virgen). Esta temporada ya hemos perdido uno de ellos y por una diferencia enorme, como si el basket average no importara.
Hay un problema estructural en el equipo. Cómo se arregla, no lo sé, pero hace falta mucho más trabajo específico. No creo que sea problema de una jugadora más o menos, de una baja forma o un mal día. Hace falta mucha más velocidad en todos los órdenes: pensando, corriendo, pasando y agobiando; somos demasiado lentas para todo. Hace falta trabajar defensas más agresivas (si hacemos más de veinte faltas por partido tienen que valer para algo; al menos, para que la contraria se lo piense antes de hacerte la siguiente finta, no para regalarles tiros). Hace falta dureza mental. Hace falta más inteligencia en cancha y menos mosqueos para la galería. Hacen falta menos risas entre semana y más liderazgo. Hace falta jugar un baloncesto moderno. La parte buena es que queda casi todo por delante para reaccionar.