Él podía generar el doble, pero si algunos generaban la mitad, otros una cuarta parte y la mayoría directamente no generaban en relación a sus elevados salarios, pues al final el saldo para el club, temporada tras temporada, era el que era.
Y a veces, dentro de esa dinámica fatal, incluso los grandes premios económicos, por ejemplo los derivados de ganar la Champions, se convertían en un regalo envenenado, pues había que regar a toda la plantilla con unas primas tan cuantiosas, que desde el punto de vista del equilibrio financiero casi era mejor no ganar. De locos.
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